SALUDABLES Y FUNCIONALES Desde “vino” de arándanos hasta harina de sorgo


Alumnos de la Carrera de Ciencia y Tecnología de los Alimentos, de la San Pablo-T, formulan productos innovadores cuidando la salud

EN EL LABORATORIO. Los alumnos muestran los resultados de meses de trabajo, pruebas y reajustes. la gaceta / foto de juan pablo sánchez noli
¿“Maicenitas” de sorgo? ¿Panes con sabor a lavanda? ¿Bombones rellenos con quinoa, lino y girasol? ¿“Vino” de arándanos? ¿De qué se trata esto?

Es el resultado de la inquietud, la imaginación y la dedicación de estudiantes de la carrera de Ciencia y Tecnología de los Alimentos, que se dicta en la Universidad San Pablo-T. En el marco de la materia Introducción a la Ciencia y Tecnología de los Alimentos, que dicta Karina González, los alumnos se plantean la formulación de un producto novedoso, que responda a las necesidades del mercado, a las demandas de los consumidores, y que tenga en cuenta, además, la producción primaria de la provincia. Así nacieron estos alimentos que parecen extraños, pero que son riquísimos. Y que los tucumanos podrán degustar, de manera gratuita, el miércoles a partir de las 18 en la sede universitaria de Septiembre 476, donde se desarrolla el VI Octubre Tecnológico.

“Este año los alimentos se caracterizan por ser funcionales - explica González-, ya que cuentan entre sus ingredientes elementos que los convierten en aptos para celíacos o para diabéticos, o que aportan beneficios para la salud”. Aclara, no obstante, que no se trata de medicamentos, sino solo alimentos.

Para que nada se tire

Damián Wuscovi, alumno de 4° año, lo motivó saber que en Tucumán se perdía gran parte de la cosecha de arándanos. “Me enteré de que cuando el precio baja, no se cosecha la fruta, y se pierde. Pero además, Tucumán la exporta sin darle valor agregado. Por eso pensé en elaborar una bebida alcohólica basada en la fermentación del arándano. No es un vino, ya que este solo se hace de uva, pero se lo llama así. En otros países hay bebidas de este tipo. En China, por ejemplo. No tiene alta graduación alcohólica y mantiene las propiedades saludables del arándano, como antioxidantes y vitaminas”.

Clarisa Juárez pensó en los diabéticos y formuló un budín endulzado con stevia. Giuliana Getar, atenta a las necesidades de los celíacos, trabajó para hacer harina de sorgo y elaborar alfajores similares a las “maicenitas”. Son de buen sabor y no contienen gluten.

Andrés Guerrero se preocupó por los problemas de obesidad y desarrolló unos caramelos gomita endulzados con stevia, rellenos con frutos secos y bañados en chocolate negro. “Es una golosina que no engorda”, apuntó.

Dafne Wolter quiso llevar a la mesa de todos los días el sabor y los beneficios de la lavanda. “Se usa en comida gourmet, y es muy buena porque ayuda a relajar, a aliviar el estrés y mejora la circulación de la sangre”, dijo. Con esa premisa hizo panes diferentes y muy sabrosos.

Natalia Isa tuvo en cuenta la creciente tendencia a consumir semillas, y optó por presentarlas de una forma más atractiva: bombones de chocolate rellenos con quinoa, lino, amaranto y y pepas de girasol. “Son ricos en minerales y bajos en grasas”, advirtió.

Luciana López se ocupó de aquellas personas que sufren de intolerancia a la lactosa (el azúcar de la leche) y elaboró, de manera artesanal, helados de leche de cabra, que tiene menos lactosa y menos colesterol que la de vaca, según explicó. En cuanto al sabor, nadie notaría la diferencia con un helado de leche de vaca.

Finalmente, Bárbara Nacchio optó por un pan proteico con harina de soja, que aporta antioxidantes, omega 3 y 6, y es apto para celíacos.

El decano de la Facultad, Federico Pérez Zamora, destacó que en esta etapa los alumnos formulan un proyecto de alimentos y hacen todas las pruebas de calidad hasta que logran concretar la elaboración del producto. “Luego tienen que hacer la proyección para una eventual producción a nivel industrial. Luego veremos si hay interés por parte de empresa. Hasta ahora sí hemos tenido pedidos de algunas panaderías importantes”, advirtió.

Cambios de hábitos

Tanto Zamora como González y la bromatóloga Patricia Jalil y la doctora Juana Albarracín de Morán, coordinadora de la carrera, destacaron que Tucumán está bastante atrasado en materia de control sobre la calidad de los alimentos que se elaboran en la provincia. “Sobre todo faltan controles de parte de las autoridades”, subrayó Jalil.

A eso se debe que cuando los chicos comienzan a cursar la carrera y a aprender sobre los ingredientes que usa la industria alimentaria, comienzan a cambiar algunos de sus hábitos. “Ya casi no consumimos gaseosas”, confiesa Natalia. “Yo le digo a mi mamá que lea bien las etiquetas de las cosas que compra, y que se fije en la fecha de vencimiento”, añade Dafne. “Yo no podía creer que existieran tantos alimentos que podían ser saludables”, concluye Andrés.

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