22 de febrero de 1969 ... Delia Coronel
Hace 46 años mi familia y yo partíamos hacia la ciudad. La ilusión de mis padres de darnos un nuevo futuro con educación superior era el norte.
Mi gran duda era: ¿Qué es una vereda? ¿Qué tamaño tiene? ¿Podré jugar en ella?
Jamás me quedé conforme con las explicaciones y me desilusionó cuando pude saber lo que era. Un sitio que pocas horas podía disfrutar y muy angosto.
Un camión lleno de muebles, gallinas, ilusiones y niños insoportables queriendo llegar, desembarcó en Villa Urquiza de San Miguel de Tucumán.
La casa a la que llegamos, tuvimos que compartirla unos meses, con la familia antes dueña de ella.
Un día, descubrí un tesoro que siempre tendría que ver en mi vida: un televisor encendido. La familia me cerró la puerta en la cara a mi curiosidad. Pero jamás desapareció de mi mente la luz que despedía ese aparato con fotos en ella.
Hoy apasionada por la era digital, me parece que ese segundo en que pude observar esa pantalla, dio mi primer puntapié digital de mi vida.
Ha pasado tanto tiempo y con ello la despedida a mis queridos seres, que partieron a ese espacio que nos unirá en la eternidad. Sigo unida a ese espacio verde y calmo de mi pueblo Timbó Viejo, Burruyacú, Tucumán. Relato cada fin de semana una pequeña historia que perfuma mi alma y tiene ese olor singular con gorjeos de pájaros.
Este Blog lleva ese nombre, el de mi pueblo, donde mi niñez quedó atrapada y se que un día llevarán mis huesos a descansar allí.
Mi gran duda era: ¿Qué es una vereda? ¿Qué tamaño tiene? ¿Podré jugar en ella?
Jamás me quedé conforme con las explicaciones y me desilusionó cuando pude saber lo que era. Un sitio que pocas horas podía disfrutar y muy angosto.
Un camión lleno de muebles, gallinas, ilusiones y niños insoportables queriendo llegar, desembarcó en Villa Urquiza de San Miguel de Tucumán.
La casa a la que llegamos, tuvimos que compartirla unos meses, con la familia antes dueña de ella.
Un día, descubrí un tesoro que siempre tendría que ver en mi vida: un televisor encendido. La familia me cerró la puerta en la cara a mi curiosidad. Pero jamás desapareció de mi mente la luz que despedía ese aparato con fotos en ella.
Hoy apasionada por la era digital, me parece que ese segundo en que pude observar esa pantalla, dio mi primer puntapié digital de mi vida.
Ha pasado tanto tiempo y con ello la despedida a mis queridos seres, que partieron a ese espacio que nos unirá en la eternidad. Sigo unida a ese espacio verde y calmo de mi pueblo Timbó Viejo, Burruyacú, Tucumán. Relato cada fin de semana una pequeña historia que perfuma mi alma y tiene ese olor singular con gorjeos de pájaros.
Este Blog lleva ese nombre, el de mi pueblo, donde mi niñez quedó atrapada y se que un día llevarán mis huesos a descansar allí.
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