Tinta Roja

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Esculpida en piedra. (Un nuevo comienzo.) Cap. 13 "Caballo y dama." Parte 1.
Colocaba el tesoro en las alforjas del corcel negro. Aun le quedaban muchas preguntas, miró toda aquellas riquezas, al magnifico alazán y, girándose, a las tres muchachas. No tenía sentido, se agachó y hundió las manos en la arena. Era fina y cálida, se deslizaba entre los dedos al intentar retenerla. Eso es lo que pasaría en cualquier momento con aquel sueño, el espejismo de aquellas maravillas se desvanecería. Pensó que no lo había conseguido, que el mar embravecido no lo había indultado, que se lo llevo consigo a lo más profundo y ahora vagaba por el infierno donde el demonio se reía de él.
- ¿Quiénes sois?
- Ya nos presentemos. Mi nombre es Lila, ella Olivia y Mar la más pequeña. Sois vos quien nos mantiene en la ignorancia.
- Aseguras conocerme pero mi memoria no os recuerda. ¿Qué lugar es este? ¿Qué es esta burla? Necesito respuesta. Me atormenta la duda de si esto es una purga a mis pecados. Temó despertar en el peor momento, tengo miedo de que solo sea un sueño.
- La vida es sueño. Hermosos los versos de vuestro admirado Calderón, tan bellos como ciertos. Os empeñáis en atormentaros, solo hay una pregunta que realmente debiera inquietaros y esa es quien sois vos.
- No sé quien soy, aquel que vertió el agua vendita sobre mi cabeza en la pila de bautismo me negó sus apellidos. ¡Hipócrita! No, yo no un tengo nombre, como tampoco derecho a vuestros regalos. Es todo demasiado bueno para ser cierto. ¿Dónde se esconde el engaño?
- Podéis ser todo aquello que deseéis, no existen barreras que os detengan. Vos sois una idea, vos sois palabras. Un hacedor de historias, una mente maravillosa.
- ¡Bah! Mis relatos no tienen vida, perdí la tinta del buhonero. También la pluma con la que dijo acabase mis historias. Cuando él regrese no tendré nada que ofrecerle, nada con que saldar mí deuda. – Las jóvenes cruzaron entre ellas miradas preocupadas.
- Guardaros de los regalos del buhonero, son veneno. – Le advirtió la mujer rubia. – Debéis proseguir el camino y encontrar las respuestas vos mismo.
Wardoll estaba inmóvil junto al naufrago. – La armadura llama demasiado la atención, es mejor mantenerla oculta de miradas curiosas. Las mentes ociosas tienden a perderse en peligrosas certezas y su poca cabeza puede acarrear problemas. – El náufrago miró a Olivia con expresión de no entender sus palabras.
- ¿Ocultarla? No puedo guardar tamaña mole en un bolsillo.
- Chasquead los dedos y dejara de estar, hacedlo de nuevo y la traeréis de regreso. – Ya nada podía sorprender al pícaro. Siguió la indicación de la mujer de la piel de cobre y tal como esta había asegurado que sucedería, la armadura desapareció de su vista.
- Poco me importa si sois ángeles o demonios. Os debo mucho. ¿Cómo puedo corresponderos?
- Ya lo sabe.
- ¡No, no lo sé! ¡Me hacéis perder la paciencia! ¿Es redención lo que he de buscar? ¿Expirar mis pecados… o por el contrario, hacer más daño?
Mar se le acercó y le sujetó las manos. Sus palabras sonaron dulces pero intentaban ocultabar una gran inquietud que no consiguió disimular.
– Encontrad vuestra inspiración, no la perdáis de nuevo.
- ¿Me tomáis el pelo? De verdad que no os entiendo.
- Que ricamente se está con la cabeza en las nubes, cuanto duele caerse desde ahí arriba. La historia nunca termina. Es la pescadilla que se muerde la cola y cada noche Sherezade nos la hace pasar en vela con un nuevo cuento, otra historia en la que perderse en sueños con los ojos abiertos.
Aun nos duelen las posaderas por el último golpe y ya estamos trepando por la parra con la intención de dormirnos en los laureles y la ilusión de subir por el arcoíris camino de retomar el cielo. ¿Luego? Pues nos caemos y reemprendemos de nuevo el loco sendero de los afectos y al igual que cuando de niños aprendíamos a andar, son unos brazos abiertos esperándonos los que nos animan a levantarnos y continuar con nuestra historia interminable.
- ¿Sherezade? ¿También vos ha leído las mil y una noches?
Mar notó como le apretaba con demasiada fuerza las manos, supuso debido a la excitación. Se libró de las de él sin demasiada brusquedad.
– Le quedan por delante muchas noches, no se demore, no las desaproveche.
- Parto sin tener claro hacia dónde. Acontecen sucesos demasiado extraños para el entendimiento de un simple vagabundo. Enorme el mundo y me encontrasteis precisamente a mí para llenarme la cabeza con cuentos absurdos. No penséis soy un desagradecido, es la vida que me ha tocado en suerte la que me hizo receloso. Mil gracias Lila por este hermoso corcel, gratitud también le debo a Olivia por su extraordinaria armadura y a ti Mar por tus cálidas palabras, aunque nada entienda de ellas. Gracias a las tres por la gracia de vuestros preciados regalos. Para mí eso es lo que sois y así es como he de llamaros a partir de ahora, las tres Gracias.
- Se demora, es hora de buscar esas respuestas que no encuentra y que sin embargo están tan cerca.
Se mordió la lengua para no responder de forma grosera a los crípticos de Lila. Montó en Zupia y se alejó al galope. Aquella fascinante vivencia no lo había librado de la sed y el hambre que regresaron al instante de salir del interior de Wardoll.
Sueño o no, no tenía intención de despertar sin disfrutar antes de una buena pitanza y varias jarras de vino. Palpó las alforjas, su tesoro seguía ahí, el salvoconducto que le permitiría escapar de la miseria, de la anodina y penosa existencia que la vida reserva a los parias. Atrás quedaron las tres Gracias.
- Esta vez lo conseguirá.
- Me temo lo peor Lila, ya lo escuchaste, lo trajo consigo.
- No seas pesimista Olivia, en esta ocasión no lo dejara libre. Prevalecerá su bondad y habrá un punto final tras el feliz desenlace.
- ¿Y si no es así? No soportaría otro milenio de encierro, de ocultarnos temiendo nos encuentre.
Rubia y morena abrazaron a la frágil peli roja.
– No permitiremos que te hagan daño.
- No le gustaron mis regalos.
Lila le dedico una amplia sonrisa. - No te preocupes, aprenderá a apreciarlos.

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