Hechos de la vida real. Señor amable.


Nos ubicamos en un pueblito turístico de Catamarca.

Un señor muy alto y amable me atendió en su ferretería y ramos generales del pueblo. Vi algunos artículos deportivos y los elogié.

Sus ojos se pusieron triste, sin luz. Entonces dijo:

_ Nunca pude practicar deportes. Me lesioné cuando era un niño.

Ante mi atención sin interrumpir siguió contando.

_ Mis padres me aandonaron durante una temporada de veraneo. Jamás regresaron. Los vecinos me asistieron los primeros días con alimentos. Luego tuve que trabajar para conseguirlos.

Una sonrisa se dibujó en su rostro.

_ Tengo un presente feliz. Mi esposa y mis hijos me acompañan cada día. A mi otra familia jamás pude volver a verla. Conseguí mis documentos y poco salgo de este lugar.

Mi curiosidad me llevó a preguntarle que le sucedió en ese accidente. Me contestó:

_ Mientras trabajaba con el arado de mano, en un brusco giro y debido a mis pocos años me dañó el talón de aquiles de la pierna izquierda.

Se adelantó unos pasos y vi su dificultad para caminar.

Su amabilidad para atender hace que cada vez que voy a ese pueblo visite el negocio.


Amanuense.

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