Michelle y Bryan III ... Toni Grimal




Michelle y Bryan III




El encuentro en una vacía, silenciosa y triste habitación de hospital entre Bryan y la niña de sus ojos fue todo lo dura y dramática que el joven se pudiera imaginar. Sin perder el tiempo Bryan corrió por los abarrotados pasillos del Centennial Hills Medical Center  hasta llegar a su amada Michelle. Se lanzó hacia la cama donde Michelle permanecía completamente dormida inducida al coma e hincando la rodilla en el suelo, agarró la mano de la mujer de vida y entre sollozos y balbuceos lloró como nunca antes había llorado.

Lloró por él y por ella, lloró por los dos sin consuelo alguno en aquel mundo cruel y desgraciado que un día los había separado para ahora reunirlos en aquella desalentadora situación. Las lágrimas de Bryan se mezclaron en un momento con su propia mucosidad y saliva. No había consuelo alguno en aquel terrorífico lugar  para el joven que había perdido el control por completo de su ser.

 La puerta de la habitación se abrió lentamente emitiendo un leve e imperceptible gemido para Bryan. Apareció en ella la imponente figura de Francis. Vestía su traje negro y su tétrico abrigo largo de piel con cinturón y solapas en ambos hombros y los guantes de cuero al estilo de los mafiosos del Chicago de los años cuarenta. La indumentaria le confería un aspecto de Consiguiere, Sottocapo e incluso hay quienes dirían tiempo más tarde que un Don de los bajos fondos.

 Bryan que aún se encontraba con la rodilla en tierra y los ojos rojos e hinchados por el llanto y el dolor causados por ver a Michelle en aquel estado tan desagradable, no reparó en la presencia de su más implacable y feroz archienemigo. La persona que había cogido su vida y la había destrozado a bocados, la había masticó ferozmente y luego la escupió sin ningún miramiento, sin ningún tipo de contemplación.  La poderosa mano enguantada de Francis se posó en el hombre en movimiento de Bryan que debido a los sollozos subía y bajaba sin ningún control.

Cuando Bryan notó el contacto de la mano que le agarraba fuertemente del hombro recibió un mensaje mudo que solo los gestos pueden hacernos llegar. Una ola de esperanza, humanidad, compasión, desasosiego, lo inundó para después destrozar de un plumazo todas sus ilusiones al descubrir a Francis Drake.


— Escúchame y escúchame con mucha atención. No reprocho tu actitud y he de decir qué incluso la alabo, pero Bryan, este no es tu mundo, este no es tu sitio. —

Los oscuros ojos de Francis no emitían ninguna señal de humanidad mientras hablaba fríamente al joven.

—  No tengo nada contra ti, las circunstancias son las que son y esta es la suerte que te ha tocado vivir. —

 Bryan permanecía mirando a Francis completamente mudo y alucinado de lo que estaba viviendo en aquella triste habitación.

— Vete por donde has venido, ya la has visto, puede que no sobreviva, y si fuera de otra manera tu no estarías aquí, yo nunca te lo hubiera permitido, ella no es para ti. —

El largo cabello negro con finas  hebras plateadas que Francis peinaba hacia atrás confería al magnate de las multinacionales un aspecto de mosquetero con su fina barba terminada en punta.  Bryan se había incorporado cuan alto era y encarado a Francis con la determinación del que no tiene nada que perder, del que ve como la vida se le escapa de entre los dedos sin poder hacer nada.  Comprendió que era su momento, la hora de hablar, y Bryan había guardado silencio durante mucho tiempo. En esta ocasión el fuego guerrero reflejado en sus ojos pusieron a Francis en sobre aviso de lo que el joven era capaz de hacer; Algo que a Francis no hizo gracia en absoluto, pues por una vez en la vida fue él el que sintió miedo por su persona y eso le dejó un mal sabor de boca.

— Intenta apartarme de ella si puedes Francis Drake—

El nombre del viejo magnate lo escupió con el mayor desprecio del mundo que pudo reunir. 

— Sabes que la amo y no me separareé de ella, no en este momento, ni ahora ni nunca, Francis no me pongas a prueba, eres un león viejo al que se le está empezando a aclarar la melena, no te interpongas en mi camino. No me importan tus amenazas, tu dinero, tus sicarios o lo que en el pasado ocurriese entre tú y mi padre —

Francis cerró los ojos al escuchar las últimas palabras del joven comprendiendo que toda aquella situación
había sido provocada por él mismo muchos años antes. El pasado volvía a Francis y le quería cobrar más de la cuenta, según el viejo.


 “Qué poco se parece al cobarde de su padre”

 Pensó Francis, que no estaba acostumbrado a que nadie le hablase en ese tono y mucho menos un niñato como Bryan.

 — Hijo algún dia entenderás lo que te he tratado de explicar. La decisión está en tus manos, yo ya te he avisado. La próxima vez que nos encontremos Bryan, no seré tan comprensible contigo. —

Bryan que no había perdido ni un ápice de la ferocidad que iluminaba sus ojos se dejó llevar por la sangre caliente que abrasaba sus venas.  Acercó el rostro a la nariz del viejo que había recuperado su aspecto de Don de la mafia, y salpicando la cara de este de saliva loco de ira y de pasión sentenció.

— El fuego es el enemigo más cruel y feroz de cuantos te puedas imaginar, y corre por nuestras venas. Solo es superado por la soledad. Conozco bien a los dos y me llevo mejor con uno que con el otro. —

Francis no apartaba los ojos del joven que estaba plantándole cara. Ha ratos luchaba contra la tentación de ordenar ahí mismo la muerte de Bryan. No seria algo inteligente.


 “Ya habría tiempo para ocuparse de eso”

Pensó el viejo con las palabras de Bryan martilleando sus oídos.

“Qué placentero será cuando encuentren su cuerpo sin vida en cualquier charca de mala muerte”

 Francis disfrutaba de su silenciosa fantasía.

— La soledad es malvada. —

 Continuaba diciendo Bryan soberbiamente al viejo magnate.

—  Te roba y te hace olvidar quien eres. Amenaza con acompañarte a la tumba convirtiéndote en una sombra de lo que un dia fuiste o llegaste a ser. Si Francis, a ti también te llegará la hora y te perseguirá con más tesón que a cualquier otro. Tu dinero no le importa en absoluto, solo viene a arrancarte el alma antes de llevarte con ella convertido en un guiñapo. Pero el fuego Francis, el fuego es un enemigo implacable al que no le interesa el tiempo. El fuego devora la  carne con una velocidad pasmosa sumergiéndote en una lenta agonía hasta beberse la última gota de tu sangre. Los incendios suceden Francis y no entienden de clases sociales—

Francis dio la espalda a la amenaza del que podía haber sido el marido perfecto para su hija y se dispuso a abandonar la habitación con la cólera apunto de desbordarlo.

—Francis— 

Gritó Bryan con las venas del cuello a punto de estallar por el ardor guerrero. Nunca más me llames hijo. Yo no soy tu hijo mamón—

Y la puerta se cerró dejando a Bryan con Michelle y el sabor de la victoria pugnando por invadir su ser.

De pronto el joven se tambaleó y estuvo a punto de caer al suelo.
Llevaba muchas horas sin comer, su organismo no había ingerido ningún tipo de  líquidos y el joven se sintió desfallecer por el cansancio acumulado.
Había amenazado de muerte a una persona,

“En qué lo convertía eso en aquellos momentos”

 Pensó con la desesperación reflejada en sus ojos y un amargo sabor agrio empezaba a invadir su garganta.

De pronto sintió que no eran solo sus ojos los que se habían llenado de desesperación y horror. Michelle se encontraba totalmente quieta con la mirada clavada en Bryan y lo que al joven le pareció una muy ligera sonrisa en los labios.
Los ojos de Michelle se cerraron como por arte de magia y el mundo de Bryan se volvió a sumir en la más total y completa oscura soledad.

    ¡Enfermera, enfermera! —
  
Corrió por el pasillo e incluso saltó una camilla en la que un viejo que había sufrido un infarto se
encontraba tumbado. El  Cansado anciano hastiado de que le realizaran tantas pruebas solo tenia ganas
de volver a la soledad de su vieja biblioteca.

El viejo que quedó totalmente fascinado por el salto que Bryan había realizado. Comprendió que algo muy importante tenía que comunicar a las enfermeras y preguntó a Julios el celador que lo acompañaba y empujaba la camilla.

—¿Quién es ese joven? que ha saltado por encima de la camilla, qué le ha sucedido. —

Julios informó a Troy Andersson (como se llamaba el viejo) de la situación de Bryan; Troy sintió la extraña necesidad de insuflar las pocas y necesarias fuerzas que le quedaban para que el desconocido joven no cejara en su empeño y siguiera su camino.

—  Corre valiente corre y salva  a tu amada, no te rindas nunca—

Bryan hacia un buen rato que había desaparecido girando una esquina cuando Troy termino de gritar. De pronto Troy volvió a ver a Bryan que regresaba con dos enfermeras y un doctor de aspecto hispano.
Troy no apartó la mirada de los ojos de Bryan, de sus gestos, de cada reacción del joven e imponente bombero.

—Juro por mi vida que tenia los ojos abiertos. Lo juro

— Bryan estaba en  estado de shock y los médicos decidieron que lo mejor seria sedarlo;  había llegado al limite de sus fuerzas. 

Mientras en San Francisco.

— No deberías estar aquí Linda. Bryan hace mucho tiempo que ya no forma parte de la vida de Michelle, y bien sabe Dios que no le deseo ningún mal a la criatura, pero es de la  vida de mi hijo de la que estamos hablando, la que se esta desquebrajando y convirtiendo en un cascaron vacío al cual no le queda nada por ofrecer. —

Linda había cambiado mucho a nivel personal desde que Charlie y ella mantuviesen una relación sentimental en el pasado, cuando a penas eran dos jóvenes sin ninguna preocupación. La bella animadora con grandes sueños de triunfar en la vida se había convertido en una mujer inmensamente rica. Estaba casada con uno de los hombres más importantes del país, su patrimonio solo era equiparable a su infelicidad.

Para Linda no habían pasado los años, excepto alguna minucia sin importancia que no  pudiese arreglarse a golpe de bisturí, seguía manteniéndose bella y apetitosamente atractiva a pesar de haber rebasado ya la cincuentena.

— Charlie, en estos momentos más que nunca Bryan tiene que mantenerse fuerte y no ceder ante el empuje implacable de mí despiadado marido. Francis hará todo lo que sea necesario por mantener a Bryan lejos de Michelle y eso es algo que no podemos permitir. —

Charlie giró la cara hacia su interlocutora con un ligero malestar en el rostro por las divagaciones que Linda acababa de exponer.

— ¿Acaso estás loca Linda? Michelle es una mujer casada, ¿o es qué ya no lo recuerdas? No voy a permitir que mi hijo se convierta en el adversario de Francis para que un día llamen a mi puerta para que vaya al depósito a identificarlo, no señor, est…—

No pudo acabar la frase por la inesperada interrupción que Linda acababa de realizar.
La hermosa mujer de piel morena besó los labios temblorosos de Charlie durante un largo periodo de tiempo, que a él le pareció toda una eternidad.

Con los nervios más calmados y los corazones acompasados en un escalofriante silencio de pasión, Linda sabedora de que con sus argumentos habia desarmado a Charlie lo estrechó en un caluroso abrazo y se dispuso a explicar a Charlie todos sus miedos.

— Francis está loco, no es el hombre que un dia conocieras, no queda nada de aquella persona de la que fuiste amigo, no queda mandad en él—

— Eso es algo que yo mismo me puedo imaginar—

Contestó Charlie con un tono de voz del que Linda temió que se hubiera roto la magia creada momentos antes.

— Todos nosotros corremos un grave peligro si no cambia la situación. Francis tiene que desaparecer. —

 Charlie torció el gesto y se sacudió un espasmo que recorrió  toda su espalda.

¿Qué pretendía Linda?

—No me mires de esa forma Charles, no hay otra solución, Francis tiene que desaparecer de nuestras vidas antes de que nos haga más daño. Lo conozco bien y no cejará en su empeño hasta veros a Bryan y a ti bajo tierra. Charles por el amor de Dios escúchame, es un hombre muy peligroso, peligroso de verdad. —

Charlie se limitó a abrazar a Linda sin dar crédito a lo que sus oídos acababan de escuchar. Sin duda alguna el viejo padre de Bryan entendió que todo el dinero del mundo no aseguraba a las personas una vida de felicidad y bajo su putrefacta influencia la gente que un día fue buena de corazón no dudaba ni un momento en recurrir a él para comprar la vida de un semejante por muy malo que éste fuese, o se tratase de tu propio marido. Charlie cerró los ojos mientras seguía abrazando a la que siempre había sido el amor de su vida y se dejó llevar por ese último momento que unió sus vidas.

—¿Tienes las putas fotos? Joder, pues vayámonos  de esta asquerosa cloaca. —

El coche que había empezado a abandonar uno de los barrios más humildes del West Side de San Francisco, donde vivía Charlie en un pequeño apartamento de alquiler, iba conducido por dos matones de infame reputación a sueldo del siempre siniestro Francis.

Las fotos que acababan de realizar estaban a punto de proporcionarles un suculento bocado que en las calles hubieran tardado en reunir una semana de peligrosos trabajos. No todos los días uno  fotografiaba a la mujer del jefe en los brazos de un don nadie. A Francis no le iba a gustar, eso estaba muy claro. Pero las pagaría a un muy buen precio, y quién sabe, a lo mejor ordenaba el trabajito de hacer desaparecer a esa chusma. De ser así los gastos de ambos delincuentes estarían de sobra cubiertos durante una larga temporada.  

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