La tragedia A través de los medios de comunicación fui conociendo de a poco la tragedia. Primero con la esperanza, como todos, de que nada haya sucedido. A las pocas horas, comencé a escuchar voces de heridos y llantos. Mi cabeza era un gran receptor psíquico. Me quedé quieta, respiré y la claridad se fue dando. _ No nos esperen, ya no volveremos -decían algunos. _ El agua nos cubrirá eternamente -comentaban otros. Vi al padre de uno de los viajeros, por TV, que decía que confiaba en un milagro. Voces me repetían: _¡Esto es un milagro, el agua nos cubre y no nos moja!. Otros estaban furiosos: _ Mi vida di por nada. Sólo volver y ya está. Deseo mi cuerpo, era joven y lleno de atributos. ¡El mar no será mi amo!- furiosos y cada uno por su lado. Pero ya el silencio lo cubrió todo. Mi cabeza, rompió la sintonía con ellos. Pasado unos minutos vi una montaña, en mi mente. Allí está incrustado la parte anterior del avión. El resto está en pedazos. Voces decían luego: _ Dile a quienes nos aman